¿Cómo Orar?

Muchas personas no lo saben, pero la oración es una comunicación mucho más íntima con Dios. Si bien es cierto que rezar es una bendición, es por medio de la oración que podremos llegar a ser escuchados y a escuchar mejor. ¿Cómo debemos orar?

Un minuto

Cuéntale de ti. Dios lo sabe todo, pero la idea es que tú y Él estén unidos por medio de la oración. Dile quién eres, por qué le buscas y qué es lo que te pasa actualmente.

de dos a cinco minutos

¡Gloria a Dios! Ya estás hablando más tiempo con nuestro Padre. Durante este período de tiempo, puedes aprovechar para darle gracias por las cosas que usualmente tomas por sentado. Dale gracias por vivir, o porque pudiste comer. Dale gracias por las cosas buenas y porque las no tan buenas te hacen más fuerte. Luego, habla con Él. Dios está esperándote con mucho amor para escuchar lo que tengas que decirle. Pídele por tí para que puedas estar bien para otros.

de cinco a diez minutos

¡Ya estás orando más! Ahora puedes hacer peticiones por otras personas también. Dale gracias por todo lo bueno y lo malo del mundo y de las cosas que en tu vida suceden. Empieza a alabarle si puedes, porque cuando alabas es como si estuvieras orando el doble. 

De diez a quince minutos

Disfruta de la paz que da el silencio. Una vez hayas empezado por contarle todo lo que quieres contarle, empieza a guardar silencio y a sentir la belleza del silencio en tus oraciones. Es bueno desahogarte con Dios, que te está escuchando como un padre amoroso, pero también es bueno empezar a tratar de escucharle. No esperes rayos láser y efectos de humo, Dios habla de miles de maneras. Puede ser que te hable por medio de la paz en tu corazón o que en tu mente se pongan ideas o imágenes. ¿Cómo saber que es Él quien me habla? Porque el Espíritu Santo te dará la paz para saber que en verdad lo que sientes viene de Dios y no de nuestra carne. 

Quince minutos en adelante

¡Bendito sea Dios! Ya estás más avanzado en la oración y empiezas a notarlo en tu diario vivir. Ahora, puedes incluir oraciones y alabanzas antes de empezar a contarle cómo va tu día. Piensa en ello como una ofrenda que le llevas a alguien a quien amas mucho. Habla, pero también calla para escuchar. Y si Dios no te revela nada en algún momento, da Gloria a Él porque aprenderás a tolerar y a disfrutar del silencio.

Definitivamente, orar es una cuestión de práctica al igual que toda disciplina en la que se desea sobresalir. No te desanimes y mantente firme en tu fe. Que Dios te Bendiga y María te guarde.